sábado, 24 de enero de 2015

Brindisi

A veces huimos de los regresos para evitar las decepciones del tiempo. También idealizas lo que realmente no era tan grandioso. Hay canciones, libros e incluso paisajes que, al paso de los años, pierden buena parte de su encanto. Cuando era niño mi gran ídolo era Miguel Ángel Brindisi. Luego estaba Felipe, que jugaba de líbero en aquel equipazo que tenía la Unión Deportiva Las Palmas a finales de los setenta. Yo entonces tenía la edad en la que asientan casi todos los mitos. Veía jugar a Brindisi cada dos semanas en el Estadio Insular y desde entonces el fútbol se convirtió en una búsqueda constante de la belleza. Todo los balones que tocaba el jugador argentino tenían magia, aquellos pases largos, las combinaciones en corto por espacios casi imposibles o los lanzamientos de falta a la escuadra de la Naciente o de la Grada Curva. Hace unos días me encontré en la casa de mis padres algunas de las revistas Don Balón que yo leía cada sábado como si me fuera la vida en ello. Y en ese repaso encontré evidencias que demostraban que yo no estaba idealizando absolutamente nada. Los más jóvenes no se creen que Las Palmas fuera tan grande como era entonces. Y lo fue mucho más unos años antes, cuando Germán, Guedes, Tonono y compañía casi se proclaman campeones de Liga en Primera División. En esas revistas hay muchas crónicas con las gestas de la Unión Deportiva de finales de los setenta. Fue el equipo que de la mano de Miguel Muñoz se plantó en la final de la Copa del Rey o el que se quedaba cada año entre los cinco primeros de la Liga. En el especial de la temporada 1978-79 aparece mi ídolo de la infancia como el jugador más valorado para la revista Don Balón. Era el más regular y para muchos el mejor jugador de la liga española. Luego regresó a Argentina a jugar con Maradona en el Boca Juniors. A Las Palmas había llegado después de liderar una de las mejores plantillas del Huracán. Lo entrenaba nada menos que Menotti y en aquel equipo jugaba con Ardiles, Larrosa, Houseman o Babintong. Era la época en que a Las Palmas venían extranjeros de postín ya consagrados. Brindisi jugó con Argentina el Mundial del 74, y en ese mismo equipo también estaban Wolf y Daniel Carnevali (que aparece en el décimo puesto de ese ranking de la temporada 1978-79). Comparto esta página del Don Balón y por una vez me quedo tranquilo al comprobar que lo que uno creía grandioso no se convierte en calabaza con el paso del tiempo.

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